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Mitos

La zafra del demonio

El Familiar es una vieja leyenda de las localidades de Santa Ana y Aguilares.

El familiar acecharía los campos y las zonas rurales / Captura web

“Una madrugada sentí ruidos de cadenas que se arrastraban. Mi perro ladraba desconsoladamente, se sentía que estaba con miedo. Salí para ver qué le pasaba y ahí fue cuando vi a una enorme criatura negra con una mirada muy aterradora. Levanté a mi perro y fui rápido para dentro de la casa. Cuando fui para ver por la ventana que da hacia el fondo, ya no estaba. Esa noche no pude dormir”, cuenta Cristian Coronel, un vecino de Aguilares.

Cristian es sólo una de las tantas personas que aseguran haber visto al protagonista de uno de los mitos más conocidos en Tucumán. El Familiar es el perro del diablo, o tal vez el Diablo mismo. Es negro como la muerte y feroz como todo el mal del mundo; sus ojos desprenden llamaradas de fuego y sus garras tienen la fuerza de mil hombres. Posee un hambre que sólo es saciado con la entrega de un peón al año.

Este mito tiene un origen ya lejano en el tiempo y asegura que El Familiar nació por un presunto acuerdo entre el dueño del ingenio de Santa Ana y el Diablo: el empresario le entregaba un peón a cambio de la buena fortuna de su empresa. No se sabe quién fue el primero en celebrar el pacto pero sí se rumorea que fue pasando de generación en generación. La única forma de que el perro desaparezca es que alguno de los propietarios del ingenio muera y no pase el secreto a un heredero.

Lo curioso es que, según se señala, los peones elegidos para ser devorados por la criatura fueron siempre los más rebeldes, los más contestatarios.

¿Quién sabe si realmente el famoso familiar acecha las zonas rurales? Hay algunos fieles creyentes, como Cristian, pero la mayor parte de la gente cree que es sólo una leyenda que marcó siempre la historia tucumana.